YAHWEH IS SENDING
YEHOSHUA AGAIN.
He will establish the Kingdom
of God in this world.
ARE YOU READY???
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'UNA CARTA DE AMOR'
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'UNA CARTA DE AMOR'
CRISTO CRUCIFICADO EN GALATAS
Lecturas: Gal. 3:1; Gal. 3:25; Gal. 4:22-26; Ga. 6:14; Ro. 11:17-21; Jn. 15:1-6; 1Co. 3:13; Hebreos 11: 32-34;
En Gálatas 3:1 Pablo dice:
LBA Galatians 3:1 ¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado públicamente como crucificado?
La crucifixión de Cristo indica que los requisitos de la ley han sido cumplidos por la muerte de Cristo, y en su resurrección el enfoque ya no es que nosotros cumplamos los mandamientos en sí, que es el lado negativo de una relación, más, el enfoque es que Cristo desea que su vida se forme completamente en nosotros, como huiós de Dios, para que su Espíritu pueda proveer no solo el cumplimiento de sus mandamientos, mediante la fe en Él, más también, como huiós, poder ver la ética Divina en acción en nosotros, mediante el Espíritu que vive con poder en nuestro corazón.
Por la sangre del Cordero, nuestra ramita que hacía parte del olivo silvestre, es insertada (Que simboliza el bautismo espiritual) en el cuerpo de Cristo, para satisfacer las demandas de Dios Padre, y esta satisfacción la tiene plenamente, por la sangre de Cristo, Él cual, entregó su vida para la redención de la entera creación, y esto nos incluye a mí y a ti.
El momento del corte desde el olivo silvestre (Nuestra muerte espiritual); es el corte de lo que representa el mundo, es el corte de lo que representa el pecado, es el momento de nuestra redención y justificación.
Dios Padre sigue su obra y una vez que somos redimidos y justificados. Nos inserta en el olivo cultivado, que representa el bautismo espiritual en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, la novia del Cordero, la nueva Jerusalén, el Nuevo Hombre.
El creer en este hecho, no se origina en el hombre, más bien en la voluntad del Padre Celestial. Este es el momento de recibir la vida eterna.
Esta nueva ramita, recién insertada, es un nuevo niño en Cristo, que en los planes del Espíritu de Dios Triuno, un día en esta tierra, llegará a ser considerado un hijo maduro, un huiós del Dios, que puede hacer parte activa del cuerpo de Cristo de manera permanente, con el objetivo de poder, un día, devolver el Reino al Padre Celestial juntamente con Cristo.
En la transición desde ser un niño en Cristo, a ser un huiós del Espíritu de Dios Triuno, el niño, se enfrenta a unas multitudes de conflictos. De una parte la ramita, ha sido redimida y justificada e insertada en el nuevo olivo cultivado, que es la figura de Cristo, EL ESPIRITU VIVIFICANTE, y representa el Espíritu de Dios Triuno, que comienza a hacer fluir su vida, en la savia de la ramita recién cortada. De otra parte la ramita, después del corte del olivo silvestre, el nuevo inserto silvestre, tiene todavía en su experiencia, en él, la savia de este olivo, a pesar que haya sido insertado en el cuerpo de Cristo, que le suministra, de ahora en adelante la nueva savia, la nueva vida.
Este tiempo de transición entre ser niños en Cristo, a ser un Huiós de Dios, consagrados, ungido y coherederos con Cristo, depende de cada individuo; puede llevar pocos, o muchos años. En estos años, poco a poco la savia del ESPÍRITU VIVIFICANTE penetra cada día más en el niño en Cristo, hasta el día, que Cristo esté formado en la nueva ramita, de manera suficiente para crecer y dar fruto, con el fin principalmente, de terminar el Nuevo Hombre, la cual cabeza es Cristo, para que una vez arrebatado al cielo, pueda derrocar el poder del maligno, para recobrar el Reino de Dios perdido, debido a la caída de los ángeles y del primer hombre.
Los pecados cometidos, por la ramita insertada, en este periodo, después del inserto, ya están abundantemente justificados, debido a la razón, que en el momento del corte del olivo silvestre, toda la rama, ya fue totalmente justificada, juntamente con la savia antigua, que todavía estaba en ella, la cual tiene en ella, el potencial de producir futuros pecados en la vida del niño en Cristo.
Si consideramos juntamente la alegoría del olivo silvestre en Ro. 11:17 ss., y la de la viña de Juan 15 ss. Vemos algunas lecciones importantes.
De una parte tenemos el Labrador, que poda las ramitas, que han recibido la savia del ESPÍRITU VIVIFICANTE, EL ESPÍRITU DEL DIOS TRIUNO, para que este, pueda producir fruto en abundancia y crecer.
De otra parte tenemos los insertos que se ha secado, los cuales, el Labrador los corta, para que sean quemados.
¿Qué quiere decir todo esto?
En los insertos secos, el Señor puede ver, en su sabiduría y omnisciencia, que tienen problemas tan grandes, que le será imposible producir fruto, le será imposible, que la vida de Cristo pueda formarse plenamente en ellos para que pueda llegar un día, a ser un glorioso Huiós de Dios (Más conocido como el nuevo hombre espiritual). Las únicas ramitas que pueden producir futo agradable para el Señor, son las que la vida de Cristo se van formado.
Las ramitas que se oponen a la nueva savia, obviamente se secan y serán cortadas y quemadas, del olivo cultivado, por qué no tienen ninguna función en Él y nunca podrán progresar, debido que la voluntad del niño en Cristo no quiere encajar a la del Espíritu. Entrarán ciertamente en el cielo, pero solo, como por fuego. Serán los millones de millones (Dan. 7:10), que tendrán un lugar de servicio en atrio, que representa la creación y que asistirán como invitados a la boda del Cordero, pero no podrán servir al Espíritu de Yahweh jamás a cara a cara, como los millares de millares (Dan. 7:10) que servirán en la presencia del Espíritu del Señor.
Pablo en 1 Co. 3:13 dice:
15 Si la obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como por fuego.
La obra de Cristo, que incluye, la obra del Espíritu de Dios, Cristo y el Espíritu en la cruz, en la redención, justificación, salvación, perdón, filiación y la vida eterna, es expuesta claramente en el Evangelio. Estas obras, al oírla, tendrían que producir la fe que caracteriza a los que creen en Cristo y los distingue, de los que todavía sienten la necesidad como hombres capaces, de guardar a la ley o parte de la Ley, para que el Señor le sea propicio. Para todos ellos los misterios de la Palabra siempre serán incomprensibles debido que su espíritu no está en conectado con el Espíritu de vida. Todos ellos están profundamente engañados por el enemigo y llegan a pensar, que solo ellos son los verdaderos hijos del Altísimo.
Así, muchas veces, los niños en Cristo, les parece bien, añadir sus buenas obras, debido a su impaciencia en ver resultados en ellos, y no saben esperar que el Espíritu Vivificante lo haga para ellos, a partir del día de la huiothesia. Es cuando, su ramitas de secan, debido a obras que no se originan en el Espíritu de Dios. Las obras antes de la filiación, producen sequía en el inserto, haciendo imposible que la vida de Cristo penetre en él. Las 'buenas' obras son las que se oponen, para que la nueva savia, pueda penetrar e impartir nueva vida.
La “savia” del Espíritu de Cristo, encuentra mucha resistencia en entrar en una ramita recién insertada y esta se encuentra por un tiempo, produciendo todavía brotes del olivo silvestre. Estos aparecen en forma de pecados.
El niño recién nacido, se espera en su imaginación, que una vez insertado, ya todos sus problemas son resueltos, pero constata que no los son, y muchos piensan que el Espíritu del Señor, necesita una ayuda en toda esta obra.
Es por esto, que muchos vuelven a intentar a cumplir con los requerimientos de la Ley, poniéndose otra vez, bajo el poder de la Ley, que es el pecado, y vuelven a ponerse bajo al presente siglo malo, que de una manera representa la religión Judía y de una forma más amplia, representa una sección del cosmos de Satanás y su sistema mundano.
Si Dios quisiera que volviéramos estar bajo el poder de la ley, y si nosotros pudiéramos guardarla, no habría habido la necesidad de que Cristo hubiera sido crucificado. Pablo declara en Gálatas 2:21:
“Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”
Es importante, que no perdamos de vista el motivo principal de la muerte de Cristo, que fue rescatarnos del siglo malo, ósea de la manera humana de hacer algo por Dios, para que el Espíritu de Yahweh, tenga el gozo en justificarnos, y que nuestro espíritu pueda realizar que somos hijos de Dios.
Estas “buenas obras”, son como quemar fuego extraño delante de Dios. No hay la necesitad, que NOSOTROS, hagamos obra piadosas después de la cruz para que el Espíritu de Dios no sea propicio, debido que ya somos niños en Cristo.
Tenemos que saber esperar, hasta cuando la vida del Espíritu de Cristo sea formada en nosotros y seamos consagrados y ungidos por el Espíritu de Dios Padre como huiós del Altísimo. Una vez que esto sucede, entonces como huiós del Espíritu de Dios, será Cristo que toma la rienda de nuestra vida, no solo cumpliendo con todo que representa la Ley, mas también para producir el fruto agradable a sus ojos.
Hermanos y hermanas, no tengamos prisas, todos los patriarcas y todos los santos del antiguo testamento y del nuevo, tuvieron la necesidad de esperar, y solo en calidad de “adultos” pudieron ser más que victoriosos. Antes de esta consagración, la savia del olivo silvestre produjo en ellos serios problemas como hace entender el escritor de Hebreos en 11: 32-34:
32 ¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas;
33 quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones,
34 apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada; siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.
Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, tuvieron muchos problemas después de ser justificados, pero después, produjeron fruto agradable al Espíritu del Señor.
El punto principal de todo esto, según el libro de Gálatas, es que, si uno ha aceptado la justificación por la fe en Cristo, y después en su mente, vuelve a intentar a cumplir con la Ley mediantes sus esfuerzos, poniéndose bajo su poder, sea solo en un mandamiento y peca, se encuentra como infractor de toda la Ley y sin nadie más, para poder ocurrir, para justificar sus pecados debido que se ha apartado de la Gracia. Se puede comparar a la autosuficiencia, a la vanagloria de Satanás. En el plan original del hombre, el Espíritu de Dios, nunca se propuso que el hombre, podría cumplir por si solo, ni el más pequeños de sus mandatos. Él siempre se esperó que el hombre, se diera cuenta de esta ley espiritual, y buscara al Espíritu de Dios, para una solución.
Si el niño en el Espíritu de Cristo, pone fe, que su ramita ya fue totalmente redimida y justificada, entenderá que no necesita intentar hacer más nada para el momento por Dios, para serle agradable. Él, ya ha sido propicio. El Señor sabe que es un niño en Cristo, pero sabe también que su savia está trabajando con poder, para eliminar de él, la savia del olivo silvestre, para comenzar a crecer y poder entonces dar fruto.
Hago un llamamiento a todas las denominaciones legalistas, para que consideren seriamente el libro de Gálatas, para que puedan interpretarlo a la luz de la verdad.
Necesitamos ver otro aspecto entre la Ley y la Gracia. En Gálatas 4:22-26 dice:
22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre.
23 Pero el hijo de la sierva nació según la carne, y el hijo de la libre por medio de la promesa.
24 Esto contiene una alegoría, pues estas mujeres son dos pactos; uno procede del monte Sinaí que engendra hijos para ser esclavos; éste es Agar.
25 Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud con sus hijos.
26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre.
La posición de Sara, era estar bajo la Gracia y la de Agar bajo la Ley. Esto indica que la Ley no tiene nada que ver con la Gracia, ni puede. De hecho la Gracia podía decir a la Ley: “Vete”. Es lo que hizo Sara con Agar. Agar nunca tuve posición, dentro los planes de Dios, respecto a la Gracia.
El niño en Cristo, al obligarse a usar su hombre natural, para cumplir un propósito de Dios, se pone bajo a la Ley, se pone en la posición de la concubina, y cuando se hace esto, se pierde la posición de la Gracia y el inserto se seca. La Ley está relacionada al pecado, la Gracia está relacionada a la fe, y estos factores, no se puede mezclar.
Lo que el Espíritu de Dios establece, solo lo puede cumplir el Espíritu de Cristo y sus huiós, cuando la vida de Cristo, está formada en ellos, y lo será en esta tierra, cuando llegaremos tener la posición de Huiós de Dios, el día de nuestra huiothesia. Entonces podremos ver, la perfecta voluntad de Dios cumplida en nosotros, mediante la vida del Espíritu Vivificante, que es el Espíritu del Dios Triuno en nosotros, el cual si, puede cumplir, no solo toda la Ley, más también producir el buen fruto.
Si un niño en Cristo, pretende cumplir la Ley con sus fuerzas, para que se cumpla la justicia de Dios en él, caerá de la Gracia, y volverá bajo el poder de la Ley, se secará y Espíritu de Dios Padre tendrá que cortarlo del cuerpo del Espíritu Cristo, y echarlo al fuego, a menos que se dé cuenta del problema, ratifique su actitud, confiese su pecado y sepa esperar que la vida vivificante del Espíritu de Cristo, termine de formarse en Él. Porque de esta forma es como dice Pablo en:
En Gálatas 3:25:
“Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo”.
¡Claro está, cuando recibimos de Dios la “huiothesia” como “Huiós” legítimos con derecho a una herencia incorruptible! El niño en Cristo, tiene que tener esta visión y esta esperanza, y tener la paciencia para que la obra del Espíritu del Dios Trino, se cumpla en Él, antes de intentar de hacer cualquier buena obra, por medio de una savia todavía contaminada con el olivo silvestre, que todavía está en él en su experiencia.
Estas obras, es lo que el Espíritu de Yahweh más aborrece, debido que invalidan toda la obra de rescate que Él tiene preparado, antes de la fundación del mundo por toda la creación. El poder de la Ley, que es el pecado, ya ha cumplido su propósito, hay que dejar que la Gracia cumpla lo suyo también. Tenemos que tener claro en nuestra mente, que Cristo murió por nuestros pecados y debido a esto nos ha redimido, pero también, que ha muerto por nuestros pecados para que seamos justificados. Su muerte implica para nosotros redención y justificación, esto es el estado de nuestra ramita una vez cortada del árbol. Es salva, del sistema del mundo Una vez insertada, en el olivo cultivado, nacimos de nuevo, con todo lo que implica, para recibir un día de nuestra vida, la “huiothesia” que nos hace “Huiós” del Hijo de Dios, para recibir la heredad prometida, ser arrebatados, para ser la esposa del Cordero y ser un cuerpo espiritual, el Nuevo Hombre, que tendrá poder para arrebatar el Reino de las manos de Satanás y tener vida eterna.
Cristo, mediante la cruz, crucifica al viejo hombre, (Que es nuestro bautismo de muerte) que es la figura de la separación desde el olivo silvestre. Una vez insertados en el olivo cultivado, la savia de la vida de Cristo, (Que es nuestro bautismo para una vida nueva) se encarga a crucificar el viejo corazón de piedra, que es figura de la savia que quedó en la ramita después del inserto, en nuestra experiencia diaria. Crucificar lo que representa el pecado y el mundo (El olivo silvestre) es instantáneo, crucificar el corazón de piedra perdura por un tiempo afanoso, desde la posición de niños en Cristo, hasta ser Huiós del Hijo de Dios, y perdura con gozo, durante nuestra vida después de esto evento.
No es una obra que nosotros podemos participar, pero la tenemos que permitir, crucificar la carne es obra del Espíritu vivificante, de la vida del Espíritu de Cristo, que entra en nuestra ramita, el cual es la plenitud del Espíritu del Dios Triuno.
Si no fuera así, y pretendemos ayudar a Dios en esta obra, volveríamos bajo a la esclavitud de la Ley. El Espíritu vivificante, la vida del Espíritu de Cristo, no trata de mejorar las virtudes personales, todo lo contrario, la vida del Espíritu de Cristo, las crucifica, la quema, y la remplaza por la Vida verdadera del Espíritu del Hijo de Dios.
Cuando decimos que la vida del Espíritu de Cristo crucifica nuestro ego, y nuestra carne, no quiere decir que lo elimina, lo que quiere decir es que los vivifica, mediante la comunión con la vida de Cristo. Somos los mismos, pero Espiritualmente vivificados. Una vez vivificados, somos huiós del Dios Altísimo, ya no tenemos la savia del olivo silvestre en nosotros, más la savia del olivo cultivado en supremacía. Hacemos parte de la vida del Espíritu del Dios Triuno, y entramos en su reposo con gozo.
Como último tenemos que aclarar, otra crucificación y es la del mundo. Pablo dice en:
En Gálatas 6:14:
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
Este mundo, se refiere al siglo maligno, al mundo religioso y más específicamente, dentro el contexto de la epístola a los Gálatas, al Judaísmo. Hay muchos hermanos y hermanas que inculpan al “mundo”, por su falta de santidad.
En el momento que el Espíritu del Padre nos separa del olivo silvestre, no separa también del mundo de manera instantánea.
El niño en Cristo, tiene el conflicto, que debido que dentro de él todavía tiene parte de la savia del olivo silvestre, es atraído todavía de lo que era su antigua manera de vivir en su experiencia. Esto conflicto se superará totalmente en el momento de la Huiothesia y desde este momento será un gozo crecer y producir fruto. No todo va a ser fácil y maravilloso. Cuando la luz del Espíritu de Cristo ilumina algún resto de la savia del olivo silvestre el huiós del Espíritu de Dios, tendrá que desecharla y esto puede ser penoso y difícil, o puede ser hecho con gozo, cuando se realiza que el Espíritu está detrás de todo esto.
Abraham que fue el padre de la fe, necesitó 14 años, para recibir su promesa en Isaac. Cristo tuve que esperar treinta años. Otra vez lo afirmo otra vez, el niño en el Espíritu de Cristo tiene que ser pacientes y esperar que la vida de Cristo complete su obra en nosotros. Jamás y de ninguna forma, el niño en Cristo tiene que ayudar a Cristo en esta obra, con sus fuerzas naturales, Él entrará, siempre que nuestra voluntad sea la voluntad del Espíritu de Dios y Él terminará su obra, si no le resistimos, con nuestra religiosidad, nuestros conceptos, nuestros dogmas, y los velos que tenemos delante de nuestros ojos. Al final, si la del huiós, es sumisa con humildad y mansedumbre, al Espíritu de Dios, esta tendrá el poder para desechar lo que hay de desechar, dejando paso que el Espíritu de Dios complete su obra en sus huiós.
¿QUE TE PARECE Y QUE VA HACER AL RESPECTO?
ARMANDO ZANOLLA
Revisión el 15 de noviembre del 2013
Revisión el 16 de diciembre del 2013
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