YAHWEH IS SENDING
YEHOSHUA AGAIN.
He will establish the Kingdom
of God in this world.
ARE YOU READY???
SI QUIERE SUBIR UNA CARTA DE AMOR ENVÍA UN E-MAIL A: azanolla5@gmail.com
'UNA CARTA DE AMOR'
YEHOSHUA AGAIN.
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of God in this world.
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'UNA CARTA DE AMOR'
LA SANTIDAD, LA JUSTICIA, Y LA GLORIA DE DIOS
La santidad y la justicia se manifestaron en el lugar Santo,
mediante la sangre.
La gloria de Dios se manifestó en el lugar Santísimo,
mediante la grosura.
La sangre se ofrece a causa de la santidad y de
la justicia, y el objeto, es la creación.
La grosura se ofrece a causa de la gloria de Dios,
y el objeto, es el Dios Triuno.
Hay solo dos tipos de pecado voluntarios:
1-
No
obedecer a Sus mandamientos. Él da una
orden, y nosotros nos rebelamos a ella y no nos sometemos a nuestro Creador. Es
un pecado de rebelión.
2-
Hacer
algo, que Él no ordena. Es un pecado de vanagloria.
El primero, es no hacer algo que Él dice.
El segundo es hacer algo que Él no dice.
Es muy fácil reconocer el de no hacer las cosas que el Señor nos dice,
debido que tenemos la Ley escrita en nuestras conciencias.
Pero parece, que nos es muy difícil, reconocer de hacer algo, que Él no nos
dice de hacer, debido que nuestra consciencia nos no delata abiertamente.
Para solucionar el primer problema, el de la rebelión, necesitamos que
Cristo sea formado en nosotros, que seamos considerados, huiós de Dios, ungidos
y consagrados.
Para solucionar el segundo problema, el de la vanagloria, tenemos que
permanecer constantemente en la presencia de Señor. Esto permanecer, significa
no moverse. Es detenerse y saber esperar una orden del Señor, que puede llegar,
de diversas maneras, como leyendo su “Rema”, orando fervoramente a Dios, por
medio de un hermano o amigo, o simplemente por medio de una situación.
Esta espera en la presencia del Señor,
trata de ministrar al Dios Triuno. El objeto de esta espera, es Dios. Estar
en el lugar Santísimo, es la figura de estar en la presencia del Señor, donde
Él recibe nuestra oración y adoración, que es la fe, en la Gracia, bajo prueba.
Solo los Levitas de la casa de Aarón, hijos de Eleazar, hijos de Sadoc, podían hacer esto, y
ellos representan a los miles de millares, a los vencedores, a los huiós de Dios, al nuevo hombre, a la
Iglesia, a la esposa del Cordero, al cuerpo de Cristo, al nuevo hombre.
Todos los otros Levitas que ministraban en el Templo, son los millones de
millones, que fueron la figura, de los niños en Cristo, en la dispensación de
la Gracia.
El nuevo hombre, con Cristo formado en él, sabe esperar, mediante la fe, en
la presencia del Señor, porqué ha entrado en su reposo. Si el Señor no le
comunica nada, nada hace, sino seguir esperando, en su presencia, en ferviente
oración y adoración. Espera delante de Él, a veces por horas, a veces por días,
a veces por semanas, a veces por meses, y a veces por años, pero siempre en
ferviente oración y adoración, en reposo y paz espiritual, él no tiene ninguna
prisa, a menos que el Señor lo ordene.
La soledad, el aislamiento, el destierro, la exclusión, no es un problema
para él, debido que sabe, que estar en
la presencia del Señor, y sabe recibir de Él, todo lo que él necesita. Esta
situación, no es no hacer nada, es ministrar en fe, al Señor de Señores, y al
Rey de Reyes, ofreciéndole la grosura y la sangre que es Cristo formado en
nosotros. Es de este modo, que se puede ofrecer al Dios Triuno, toda la gloria
que se merece su hijo como primogénito del nuevo hombre y nosotros juntamente
con Él.
Pero: ¿Cómo es que podemos estar en la misma presencia de Dios?
Antes de poder ser huiós de Dios, ungidos y consagrados, hemos tenido que
pasar por la etapa, de ser niños en Cristo. Hemos necesitado, que la sangre del
Cordero inmaculado fuera derramada para nuestra redención y nuestra
justificación, rasgando el velo, en el Santuario. A pesar que el camino, fue
abierto por Cristo, en el lugar Santísimo, el niño en Cristo, ha necesitado la
obra de la regeneración, para poder tener Cristo formado en él y solo entonces,
pude estar en la presencia del Señor, sin quemar fuego extraño, delante de Él.
Todos lo que pueden estar en la presencia del Señor para glorificarlo,
tiene que satisfacer las exigencias de la santidad y de la justicia de
Dios.
La santidad, porque esta, es la naturaleza de Dios.
La justicia, porque esta, es la norma que Él tiene.
La gloria, porque esta, es el estado que el Dios
Triuno, se merece.
No podemos ministrar al Señor, como niños en Cristo, solo lo podemos, como
huiós de Dios. Cuando Cristo, está formado en nosotros, y el requisito de la
santidad del Dios Trino, se pudo derramar totalmente en nosotros, al terminar
la regeneración experimental subjetiva. Es cuando, el niño en Cristo, recibe la
promesa más gloriosa, que es la filiación, que lo hace, huiós de Dios, y parte
efectiva, del cuerpo de Cristo.
A los niños en Cristo, le encanta a servir en el atrio, donde todos pueden
ver lo que hacen, les encantan servir a la luz, de todos, los que les rodean, y
así poder recibir su recompensa.
Debido a no haber creído, que Cristo le ofrece mucho más, serán relegados,
a entrar en el Reino de los Cielos, como por el fuego, en calidad de invitados,
de servidores en la creación, pero no, come parte de los huiós victoriosos, que
servirán al Dios Trino, cara a cara.
A los huiós, no le interesa servir en el atrio del Templo, porqué tienen algo
con un valor inmensamente más grande que servir, que es, ministrar al mismo
Creador, ofreciéndole, lo más preciado de los sacrificios, la
grosura y la sangre, que es
Cristo formado en nosotros y de la figura del espejo de la fe, de toda la
Gracia Divina. Sabiendo esperar en Él siempre, en su reposo en oración y
alabanza en todo momento mediante la fe que Él es vivo y que ocupa nuestro
mismo corazón, que es nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra emociones,
nuestra voluntad y nuestra mente y que siempre está dispuesto que conozcamos su
voluntad para que podamos someternos a ella.
¿QUE TE PARECE Y QUE VAS HACER AL RESPECTO?
ARMANDO ZANOLLA
Escazú 22 de octubre 2013
Revisión el 25 de diciembre del 2012
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